COMPRENDAMONOS
Esta nueva experiencia nos exige vivir apartados un tiempo prolongado, lo que afecta nuestra vida, pero también nos permite conectar de una forma muy íntima con nuestro propio yo y con nuestro entorno más cercano.
Hemos perdido nuestras sensaciones de control, de certeza, de previsibilidad, de seguridad, de comodidad, y es lógico que esto nos desoriente y no nos permita pensar, ni procesar con claridad lo que va a pasar a partir de ahora.
Esta situación es novedosa para nuestro mundo emocional y abre un abanico inesperado de emociones que nos sobrecarga de sentimientos, pensamientos y sensaciones que nos agotan y abruman.
En esta realidad compleja, sentimos miedo, incertidumbre. Vamos de la preocupación a la calma, después a la angustia, a la culpa, al agobio. Luego, nos sorprenden la esperanza o la alegría…
Enfrentar algunas emociones no nos gusta, pero sabemos que con ellas aprendemos y avanzamos. Sin embargo debemos intentar que estas emociones respondan en medida y tiempo a motivos reales. Ya que adelantarlas o sobredimensionarlas, contribuye a alimentarlas y esto puede bloquearnos.
Nuestros recursos emocionales y nuestras capacidades de pensamiento y adaptación, así como nuestras competencias y fortalezas, son lo que necesitamos y tenemos para afrontar estas nuevas circunstancias.
Y recordemos que este extraordinario momento, debe ser un impulso para comprometernos individual y colectivamente activando emociones como: la esperanza, la confianza, la solidaridad, la unidad, la empatía y el apoyo.